viernes, 24 de enero de 2014

Día doce

Último día aquí. Al final he adelantado mi regreso bastante más de lo previsto, pero es que la cosa ha evolucionado más rápido de lo que pensaba, y además estoy un poco harto de la incomodidad y la falta de espacio. Volveré a repetir, pero cuando haga mejor tiempo; tener que estar todo el día con el radiador puesto y secarse con toallas húmedas, no mola.

Hoy no hay fotos, ni nada que contar. Me he dedicado, como es lógico, a recoger y limpiar y eso poco interés tiene. Siento que este diario se me ha quedado escaso, como una especia de intento pretencioso. En fin, yo había imaginado esto de otra manera, y pensaba que estaba peor de lo que realmente estaba. Tampoco pensaba que la falta de espacio me iba a sacar tanto de quicio, especialmente esa jodida cocina de pin y pon.


En cualquier caso, me voy contento, y como ya he dicho, con ganas de repetir más adelante. Recomiendo hacer esto a todo el mundo. Una pequeña desconexión, acompañada de largas marchas por la montaña, ayuda a ordenar los pensamientos y a reencontrarse con uno mismo.

jueves, 23 de enero de 2014

Día once

El que se presentaba como un día tranquilo, ha terminado siendo un calvario. No me quedan muchos días de estar aquí, así que decidí subir a uno de los últimos montes que me quedan por zona. Ya lo tenía fichado del día que subí al más alto y a simple vista no parecía demasiado complicado. No podía estar más equivocado.

No había contado en que para llegar hasta la su base, primero tenía que subir y bajar uno más pequeño que hay delante. Eso consumió parte de mis fuerzas, pero en el frenesí que produce la emoción de subir una montaña, lo obvié. Después me tocó subir el susodicho monte: Una ladera infernalmente inclinada cuya primera mitad tenía uno de los bosques de arbustos más densos a los que me he tenido que enfrentar estos días, y cuya segunda mitad era roca que había que medio escalar. Ya casi en la cima me he dado cuenta de que prácticamente no tenía agua y nada de comida y que por donde había subido era casi imposible volver. Mi única opción era subir hasta arriba y confiar en encontrar un camino para descender.

Un rato después estaba arriba, y quiso la suerte que efectivamente había un camino que podía sacarme de allí, el problema es que no tenía ni idea de a dónde podía llevar; podía llevarme de vuelta a casa o llevarme a algún pueblo de Castilla León. Y allí estaba yo, completamente agotado, con un dolor que comenzaba a recorrerme todo el cuerpo, sin comida y casi sin agua, y para colmo de males, al poco de comenzar a caminar por aquel camino incierto que bien podía ser mi salvación o mi ruina, he comenzado a estornudar y a sentirme febril ¿se podía pedir más?

Casi dos horas, más arrastrándome que caminando, y perdido. Debo reconocer que en ese momento me he asustado. Puede sonar exagerado, pero en algunos momentos sentía que podía caerme redondo al suelo fruto del cansancio y la fiebre y quedarme allí tirado. Pero finalmente conseguí orientarme y llegar hasta la carretera que lleva a Valdemaqueda (el pueblo que está al lado del camping) Aquello fue un chute de moral y me dio la fuerza necesaria para llegar hasta casa.


Ahora todo me parece un mal sueño, sobre el cual toca meditar y reflexionar. Hoy he aprendido mucho, pero me llevará unos días saber exactamente que.




miércoles, 22 de enero de 2014

Día diez

Al fin he descubierto por que Leoncio se pasa el día yendo de ventana a ventana. Resulta que hay dos gatos viviendo debajo nuestra (es decir, debajo del móvil) y Leoncio les está haciendo el seguimiento. Imagino que será más curiosidad que otra cosa, ya que el pobre no ha visto a otro gato desde que tenía dos meses. Por lo demás, día tranquilo: he ido por caminos la mayor parte del tiempo y he estado fichando rutas para venir más adelante cuando me compre la bici. Lo más curioso ha sido al llegar a un enorme claro en medio de la nada en el que he visto una iglesia muy parecida a la del principio de Kill Bill ¿Qué demonios hacia en medio de ninguna parte una pequeña iglesia de obra nueva? Carecía totalmente de sentido. A ver si con un poco de suerte, algún día que pase por allí la pillo abierta y puedo preguntar.


Después, viendo las noticias, han mencionado que nuestro amigo Montoro, o Montrolo como lo llaman en Al Rojo Vivo, está planeando una nueva subida de impuestos. Bueno, esto no es del todo cierto, ya que habrá una bajada al impuesto de sociedades y para los empresarios. Es decir, que primero nos cuentan esa patochada de que al fin estamos en la senda de la recuperación, pero al mismo tiempo planean otro sablazo a la clase media y baja. De verdad, espero que lo de Cataluña siga adelante y este puto país de mierda estalle en mil pedazos, aunque mucho me temo que no por esas conseguiríamos librarnos de tanto puto cacique de la esta asquerosa mentalidad castiza que les sustenta.







martes, 21 de enero de 2014

Día nueve

Parece que estoy condenado a meterme en un bosque más denso e impenetrable y con las pendientes más escarpadas a cada día que pasa. En algunas zonas he tenido que abrirme paso a palazos y cargando con el hombro para poder abrir ínfimos huecos entre el muro de jaras, arbustos y pinos caídos. No contento con eso, tras conseguir casi a rastras de ese valle infernal, me he dedicado a escalar por todos las rampas de piedras que he encontrado, a pesar de ser algo completamente innecesario. Aun así, pese al dolor que tengo en todo el cuerpo y las magulladuras, estoy contento y satisfecho. 5 horas de caminar, correr, subir, bajar, escalar, atravesar y vadear, le dejan a uno un buen sabor de boca, la sensación de haber conseguido algo. Si algo estoy aprendiendo aquí es a no dudar nunca de mis habilidades.

El que creo que se aburre un poco es Leoncio. El móvil home es muy pequeño, y el está acostumbrado a correr por el pasillo y salir a la terraza. Yo la verdad es que también echo un poco de menos la comodidad de mi casa, aquí no es que se esté mal, pero no hay color…
Aunque bueno, tampoco nos queda mucho de estar aquí. La comida se está empezando a gastar, y siento que aquí me queda poco por hacer. Cuando tomé la decisión de venir, no imaginé que este sitio me ayudaría tanto en tan poco tiempo.


Quería dedicarle unas líneas a esos cabrones fascistas del TDT party, pero no doy más de mi, estoy demasiado cansado.





lunes, 20 de enero de 2014

Día ocho

Hoy estoy tan cansado que no se si algo de lo que pondré aquí tendrá sentido. Ha amanecido una mañana despejada y gélida, en la que además el viento del norte soplaba con fuerza. En un principio había optado por hacer una ruta no muy complicada que había visto desde una de las montañas en las que estuve la semana pasada, pero al ver que la cima de la montaña que está en frente del camping (la cual aun no había conseguido coronar del todo) estaba cubierta de nieve, no he podido resistirme. Tras un ascenso sencillo pero cansado llegue arriba, donde me encontré con unas torres de comunicaciones y una especie de cubo de hormigón que decía que ese era un vértice geodésico. No tengo ni idea de lo que es eso, pero como estaba en el punto más alto, me he hecho una foto al lado y me he imaginado que señalaba la cima.

Arriba el viento soplaba con una furia que yo jamás había visto. Ponerse de frente resultaba casi doloroso. Tras estar allí un rato, decidí darle un poco de gracia al asunto y bajar por la ladera norte, la cual aparte de estar cubierta por casi un palmo de nieve de nieve, era una sucesión de cuestas empinadas, rocas sueltas y resbaladizas y un barro aun más resbaladizo. Después la cosa cambió un poco, y la nieve fue sustituida por un tapiz denso de jaras y ramas secas. No sé cuánto tiempo estuve bajando, pero fue mucho.

Pese a todo, la montaña tiene algo que resulta adictivo. Cada día quiero estar más tiempo, ir por sitios más complicados. Quiero empezar a hacer ascensos de verdad, subir picos de los que estar realmente orgulloso. En la montaña todo es distinto, se siente distinto. Es como una metáfora de uno mismo, un pequeño viaje al interior. Un viaje iniciático donde te descubres a ti mismo.


Hoy voy a dormir como un bendito enano.






domingo, 19 de enero de 2014

Día siete

Una semana ya (aunque si nos ponemos estrictos, ya llevo aquí diez días) No pensaba que en tan poco tiempo iba a poder hacer tanto progreso, aunque también puede significar que yo estaba equivocado y que había poco en lo que progresar. Sea como fuere, me siento mucho mejor y eso, en esencia, es lo único que importa.

Hoy ha sido otro día tranquilo. Por la mañana Unai y yo hemos estado jugando al Call of Duty y la tarde la he dedicado al bello arte de la contemplación, también conocido entre padres y abuelos como ‘hacer el vago’. Yo, personalmente, no considero que haya hecho el vago, ya que mentalmente he comenzado a organizar mi agenda de cara a mi regreso a mi bien amada Alcalá, además de repasar algunas de las cosas aprendidas esta semana. Ahora lo único que queda es hacer tiempo hasta que comience cuarto milenio.
El frío parece haber llegado al fin en serio, y Leoncio y yo hemos decidido cooperar para poder llevarlo mejor. Hace no mucho oí que la temperatura recomendada para actividades sedentarias es de 19 grados; a mí me está costando poner este sitio a más de 15. Pero no me quejo. De vez en cuando me gusta pasar un poco de frío, ayuda a mantener la mente despierta. Lo que se resiste a llegar es la dichosa nieve. No es que me guste especialmente, pero esta añadiría un interesante punto de dificultad de mis marchas matutinas. Confió en que se digne a aparecer esta noche mientras duermo.

Hoy creo recordar que ha habido una nueva marea blanca, esta vez en contra de la ley de aborto, o casi mejor dicho, la ley de no aborto. No voy a hablar sobre el tema de si es un derecho de las mujeres y todo eso, porque creo que es un debate no que no debería ni siquiera existir ya que da pie a que se digan barbaridades tales como que un feto tiene más derechos que una mujer. Una cosa de la que nadie habla es del problema de fondo ¿Qué le debe el PP a la iglesia para venir ahora con esta bravuconada? Todo este me huele a una fuerte financiación por parte de la iglesia, además de la exigencia de un pago por toda la propaganda política que hacen desde los púlpitos. A fin de cuentas, un lobby que reclama su parte.

Bueno, veremos qué tal se da esta segunda semana.






sábado, 18 de enero de 2014

Día seis

Hoy día relajado, poco que contar. Por la mañana he estado con Unai, uno de los monitores del camping al cual tenía bastantes ganas de conocer y por la tarde larga sesión de Assasins creed revelations. Unai me ha caído bastante bien, un tío genial. Hemos estado hablando un buen rato y luego hemos visto Easy rider. Yo ya la había visto, pero esta vez he captado cosas que la primera vez se me escaparon. Gracias a la película me he dado cuenta que en esta vida hay dos tipos de libertades: una que se alcanza teniendo los medios necesarios, generalmente, económicos. La otra casi podríamos considerarla un estado mental y para conseguirla se requiere un gran valor. Pondré como ejemplo los hippies (es lo primero que se me viene a la mente porque salían en la peli) A grandes rasgos había dos tipos de hippies, los que sin tener nada decidieron separarse de la sociedad y vivir de otra manera, y los que pudieron hacerlo por tener un respaldo económico. No estoy criticando a nadie, ambas formas de alcanzar la libertad me parecen legítimas, pero es innegable que la primera requiere más valor y ambas formas poco tienen que ver entre sí.

Continuando con el tema, quisiera mencionar la que en mi opinión es una de las formas más puras de libertad, la conquista del medio y lejano oeste americano. Sé que lo normal poner otros ejemplo, como quizás la forma de vida de los nativos americanos, o la gente de la polinesia o que se yo. Pero hay un dato muy importante por el que considero que esa gente no es totalmente libre, y es que ellos no eligieron su forma de vida, cosa que los pioneros americanos si hicieron. Ellos decidieron abandonar todo y lanzarse a lo desconocido. Sé que el debate seria largo e interesante, pero en mi pequeño monólogo no voy a extenderme más sobre el tema, tan solo añadir que para mi Gamonal es un ejemplo de la libertad que se obtiene con valor.


Me doy cuenta que mi diario poco a poco se va convirtiendo en mis reflexiones. Bueno, yo me entretengo más escribiendo sobre aquello que me ronda por la cabeza que escribir por sexta vez `he subido una montaña’



viernes, 17 de enero de 2014

Día cinco

Las agujetas parecen no ser ya un problema, como buena, desde luego. Día gris y frío, pero en cierto modo, agradable. La marcha de hoy no ha sido especialmente reseñable, salvo por que ha sido la más larga ardua de todas; una rompe piernas total, vaya. Al menos he podido reflexionar bastante sobre muchos temas, esa ha sido la parte buena.

Todo el asunto del barrio de Gamonal ha ocupado mi mente largo rato. Aún me cuesta creer que haya sido en una ciudad como Burgos donde ha empezado lo que muchos llevamos esperando. Pero lo que me parece más increíble aun es que haya gente que condene los actos y que se atreva a decir que los ciudadanos no pueden pretender parar una decisión del ayuntamiento, que al estar este legetimizado por las urnas, puede hacer lo que le venga en gana ¿¡En serio!? ¿Cómo puede haber gente que piense que el pueblo solo puede pronunciarse cada cuatro años? O mejor dicho ¿Cómo podemos permitir de los cachorros de la dictadura, ahora vestidos con un elegante disfraz de demócrata, sigan contaminando nuestra sociedad?
Quiero confiar en que Gamonal servirá de ejemplo para todos, y que de una vez todas digamos basta a este gobierno déspota y corrupto, absolutamente deslegitimizado para seguir gobernando, que sigue amparándose en ese terrible error de la democracia que es la mayoría absoluta para ejercer una política de ordeno y mando.

Intento no pronunciarme sobre estos temas porque, al no ser una persona políticamente activa, no me veo en disposición de hablar. No quiero caer en esa figura del burgués acomodado que, sin saber de qué va el tema, se pone a dar lecciones de moral a todo el mundo; pero es que hay veces en las que uno, sencillamente, no puede mantener la boca cerrada.

He recapacitado también sobre el significado que tiene aislarse. No soy ducho en estos temas, pero creo recordar que el mito bíblico cuenta que Cristo permaneció cuarenta días en el desierto y allí fue tentado por Satanás. ¿Qué nos cuenta esto? Bueno, mi humilde reflexión es que Satanás representa a uno mismo, esa parte de nosotros que debemos derrotar para poder crecer de una forma que podríamos llamar espiritual. Como quiera llamarse me es indiferente, el caso es conocernos a nosotros mismo, asumir debilidades, reafirmar fortalezas y en definitiva, ser más sabios.


En fin, viernes noche. Buena música country como compañía y un libro Thoreau en la mesilla.





jueves, 16 de enero de 2014

Día cuatro

¡Qué esplendido día ha amanecido! Mi humor esta mañana era inmejorable. Ver que el cielo era azul y que el sol brillaba a pesar de la tromba de agua que ha caído toda la noche y toda la madrugada, ha sido muy gratificante. Y nada mas desayunar me he puesto en marcha. Mi idea era seguir uno de los caminos que parten desde la base de la montaña que hay enfrente del camping, pero como es ya costumbre, no habían pasado ni diez minutos cuando ya me había metido campo a través y camino hacia la cima.

Tras hora y media de penoso ascenso, y tras pasar por lugares de lo mas lóbregos fruto de las llamas que hace año y medio asolaron parte de estos montes, finalmente llegue hasta arriba, donde en lugar de recibirme la clásica vista que todos esperamos ver desde la cima de una montaña, lo hizo un espacio que casi podría calificar de metafísico. Una solitaria roca rodeada por una espesa nube. Mirase donde mirase no veía más que una desconcertante inmensidad blanca. Sin duda, un lugar ideal donde reflexionar sobre uno mismo y ciertamente, una gran recompensa al arduo esfuerzo que supone subir una montaña.

Cuando alguien es privado de un sentido, el resto se agudizan. Cuando estas un lugar como el que describo, donde nada hay que ver ni oír, nada que tocar, ni que oler ni saborear, algo dentro de ti se despierta, una voz interior que te habla. No quisiera ponerme en plan místico, pero tanta experiencia sublime comienza a conmoverme.


La tarde de hoy se presenta, al igual que la de ayer, nublada y con lluvia intermitente, de modo que me quedaré en el móvil para dibujar y jugar un poco a la consola. Aunque antes es posible que vaya a investigar un poco por el camping, ya que mientras comía he visto que unos chicos de más o menos mi edad se dirigían a la zona de acampada. En fin, ya veré.






Día tres

De nuevo agujetas. Espero que mis piernas de acostumbren pronto. Para darles un pequeño respiro, hoy he optado por seguir los caminos en lugar de atajar por las jaras, como está siendo mi costumbre. Pero la cosa no ha durado mucho, ya que en el viaje de vuelta me he dedicado a trepar tantas rocas como me ha sido posible.

Hoy, en comparación con los dos anteriores, ha sido considerablemente menos intenso, aunque no por ello menos revelador. Las bondades de meditar cerca de un rio, intuyo que no serán desconocidas para la mayoría de las personas. Es curioso como algo tan simple como el agua fluyendo puede crearnos tantas sensaciones, como si algo, una parte más primigenia de nosotros mismo despertara. Las religiones ancestrales relacionaban el agua con los sentimientos, y desde luego para mí, no parece una atribución arbitraria.

Después de comer el día se ha puesto un tanto feo, de modo que he optado por quedarme en el móvil y dibujar un poco. Los escasos 10 minutos diarios de internet que el camping me deja utilizar se han mostrado bastante convenientes, ya que me dan el tiempo justo para actualizar el diario y decir a mi familia y amigos que todo va bien y evitan que me distraiga curioseando por la red.


Me siento un poco tonto escribiendo estas líneas a diario, pero dado que me ayudan reflexionar, creo que seguiré escribiéndolas.






martes, 14 de enero de 2014

Día dos

Menudo frío al salir de la cama esta mañana ¡Y menudas agujetas! El día además pintaba bastante horrible, gris y con ganas de llover. Pero a medida que desayunaba, veía por la ventana que todo se empezaba a cubrir de niebla, de modo que he pensado ‘ah, qué demonios, voy a darle una oportunidad’ ¡Dios bendiga esa decisión! Nunca había caminado solo por un busque, bastante denso por cierto, envuelto completamente por la niebla, una niebla espesa además. Creo que ha sido una de las experiencias más mágicas y místicas de mi vida; era como caminar dentro de mi subconsciente. Silencio ensordecedor y, de pronto una ramita suena al partirse, una sombra se mueve en el rabillo de ojo, un pájaro trina y, otra vez nada, solo tú, el bosque y la niebla.

Cuando finalmente salí a una zona más despejada, me encontraba muy cerca de donde estuve ayer por la tarde. Me alegré bastante, ya que imaginé que desde esa altura, habría una bonita vista del valle. No me equivocaba. Al llegar arriba, ante mí se extendía un inmenso mar de niebla, y a los pocos minutos, uno de los espectáculos más bellos que jamás he presenciado. Un fuerte viento del sur oeste comenzó a soplar, creando un hermoso baile con las nubes atrapadas entre las montañas. Estas se arremolinaban y retorcían mientras ascendían y como el pulso de una respiración, el valle se llenaba y vaciaba una y otra vez. Para mas fortuna, una piedra me sirvió de trípode en uno de los lugares donde mejor se presenciaba y puede grabarlo todo con mi cámara. Como broche final, unas aves que no estoy muy seguro si eran águilas o buitres (mis dotes ornitológicas son bastante nefastas) comenzaron a volar relativamente cerca de mí, pero no una ni dos, si no seis. Una empezó a acercarse bastante, y por precaución me fui de allí.


Hoy me voy a la cama bastante cansado y con la certeza de que venir, ha sido la decisión acertada.





lunes, 13 de enero de 2014

Día uno

Hoy ha sido, sin duda alguna, un día jodidamente genial. Para poder aprovechar las escasas horas de luz de las que disponemos en invierno, decidí madrugar un poco, pero tampoco demasiado. Tras ataviarme de forma adecuada para capear el frió me he lanzado hacia el pequeño valle que está justo al lado del camping; una preciosa grieta de empinadas pendientes y alfombrada por un bosque de pinos y jaras. Allí he redescubierto el placer de saltar, brincar, subirme a todas las roca que encontraba y, cómo no, resbalarme en cada una de ellas debido al musgo, la humedad y a mis oxidadas dotes de montañero. Ahora mi objetivo en esa zona es encontrar la manera de vadear el río y poder explorar el otro lado.

Para terminar el día, quiso la suerte que por accidente me topase con la que para mí ha sido sin duda, una de las escenas más bellas que he presenciado. Ante mi, el sol del atardecer iluminaba de forma tenue un majestuoso valle que muy poco tiene que envidiar a otros mucho más famosos.


Es curioso como en la naturaleza, una persona puede encontrar de forma tan fácil y rápida la paz y el sosiego. Sin duda, la quietud y la calma que aquí se respiran son harto contagiosas y el fresco y puro aire del pinar parece arrancar del pecho cualquier ansiedad o desdicha. Cuando estás ahí fuera, en la montaña, semi perdido, Todas las preocupaciones se diluyen.