viernes, 17 de enero de 2014

Día cinco

Las agujetas parecen no ser ya un problema, como buena, desde luego. Día gris y frío, pero en cierto modo, agradable. La marcha de hoy no ha sido especialmente reseñable, salvo por que ha sido la más larga ardua de todas; una rompe piernas total, vaya. Al menos he podido reflexionar bastante sobre muchos temas, esa ha sido la parte buena.

Todo el asunto del barrio de Gamonal ha ocupado mi mente largo rato. Aún me cuesta creer que haya sido en una ciudad como Burgos donde ha empezado lo que muchos llevamos esperando. Pero lo que me parece más increíble aun es que haya gente que condene los actos y que se atreva a decir que los ciudadanos no pueden pretender parar una decisión del ayuntamiento, que al estar este legetimizado por las urnas, puede hacer lo que le venga en gana ¿¡En serio!? ¿Cómo puede haber gente que piense que el pueblo solo puede pronunciarse cada cuatro años? O mejor dicho ¿Cómo podemos permitir de los cachorros de la dictadura, ahora vestidos con un elegante disfraz de demócrata, sigan contaminando nuestra sociedad?
Quiero confiar en que Gamonal servirá de ejemplo para todos, y que de una vez todas digamos basta a este gobierno déspota y corrupto, absolutamente deslegitimizado para seguir gobernando, que sigue amparándose en ese terrible error de la democracia que es la mayoría absoluta para ejercer una política de ordeno y mando.

Intento no pronunciarme sobre estos temas porque, al no ser una persona políticamente activa, no me veo en disposición de hablar. No quiero caer en esa figura del burgués acomodado que, sin saber de qué va el tema, se pone a dar lecciones de moral a todo el mundo; pero es que hay veces en las que uno, sencillamente, no puede mantener la boca cerrada.

He recapacitado también sobre el significado que tiene aislarse. No soy ducho en estos temas, pero creo recordar que el mito bíblico cuenta que Cristo permaneció cuarenta días en el desierto y allí fue tentado por Satanás. ¿Qué nos cuenta esto? Bueno, mi humilde reflexión es que Satanás representa a uno mismo, esa parte de nosotros que debemos derrotar para poder crecer de una forma que podríamos llamar espiritual. Como quiera llamarse me es indiferente, el caso es conocernos a nosotros mismo, asumir debilidades, reafirmar fortalezas y en definitiva, ser más sabios.


En fin, viernes noche. Buena música country como compañía y un libro Thoreau en la mesilla.





0 comentarios:

Publicar un comentario